Ayer me dí cuenta de la cantidad de ordenes contradictorias que le doy a mi hijo durante un paseo por la calle:
-¡Vamos!
-¡Quieto!
-¡Anda!
-¡No corras!
-¡Mas deprisa!
-No te muevas
-Muevete...
-venga...ahora
-ahora no...
Cada una de estas unas 100 veces por minuto. Esta es la razón por la que cuando me enfado y le digo: pero...¿Qué te he dicho?...el pobre me mira como diciendo...pero ¿tú te has escuchado?.
1 comentario:
visto lo visto es normal que luego sonría aliviado cuando regresa al hogar...
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